"y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (RV60)
"y hallándose en su figura externa como hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Biblia Textual)
(Filipenses 2:8)
La vida terrenal de Cristo según las Escrituras, fue el verdadero reflejo de humillación perfecta, sin embargo, para muchas personas hablar de humillación es encontrarse en una condición de vida vergonzosa y deplorable, no obstante la Biblia manda que delante de Dios nos humillemos. (1Pedro 5:6).
El estado de humillación en Cristo no fue sencillamente una postura temporal para ejemplificar nuestro modo de vida (aunque es el ejemplo más extraordinario) sino que fue el sine qua non o la condición necesaria para brindarle total eficacia al cruento sacrificio de la cruz ofreciéndose como ofrenda perfecta y llevar los pecados de su pueblo. Esta eficacia estriba principalmente en la vida inmaculada del Hijo de Dios efectuando la completa salvación de los suyos.