"Por lo cual Dios también le axaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre."
(Filipenses 2:9) RV60
Después de la muerte de Cristo y su posterior resurrección, la Biblia enseña que nuestro Señor fue exaltado hasta lo sumo. Sin embargo esta exaltación estaba precedida por la humillación, dolor y muerte en una tormentosa y cruenta cruz. Jesús anticipó a los suyos los sufrimientos del verdadero discipulado (Mateo 20:23).
Antes de la gloria y exaltación terrenales, donde los hombres procuran las mejores posiciones sociales, la alabanza de los demás, los aplausos estruendorosos, debemos comprender que "primero la cruz y después la gloria". Entiéndelo corazón ingrato y rebelde, "primero es la cruz y despues la gloria".
Cuando Jesús se transfiguró delante de sus discípulos (Marcos 9:2, 13) entendió perfectamente que antes de volver a la gloria de su Padre, tendría que beber la amarga copa de la cruz (Juan 17:1-5). Sin embargo, así como Cristo ahora reina desde la eternidad en la gloria de su Padre, también ha prometido que sus santos serán exaltados (Colosenses 3:4), por tanto, los sufrimientos pruebas y aflicciones que soportamos mientras militamos en nuestra carrera nos ayudan a mirar el futuro con esperanza (Romanos 8:18).
Para ningún creyente en Cristo las glorias del siglo venidero son una lejana fantasía, o un cuento de hadas, todo lo contrario, son una realidad que palpita en los corazones de los elejidos y nos motiva diariamente en nuestro servicio a Dios.
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